La Semana Santa en la Villa de Turégano goza de gran tradición y popularidad. Durante toda la semana se celebran otros actos religiosos además de las procesiones, aunque los prolegómenos se hacen días antes. Concretamente el domingo de San Lázaro (anterior al de Ramos) se reune el cabildo en pleno y se subasta públicamente el porteo de cada uno de los palos de las andas que llevan las imágenes de la procesión. La cofradía de la Veracruz (constituida en 1702) es la que tiene a su cargo los pasos de la Semana Santa. Cada paso tiene un protocolo que viene desde antiguo.
El «Santo Cristo del Humilladero», una talla de Jesús crucificado, es transportado por un solo hombre.
La «Virgen de la Soledad» será trasladada por mujeres que visten mantilla negra a la española.
El «Nazareno con la cruz acuestas» sólo puede ser transportado por adultos varones que llevan en La Carrera capa castellana recogida en forma de apoyahombros y horquilla portaandas en su mano.
El «Cristo del Amparo», único paso que no está a cargo de la cofradía, es portado por los quintos de la Villa.
El «Cristo de la Calzada», una talla pequeña de Cristo crucificado vestido de jubón, es trasladado en la procesión por un niño.
El «Niño de Dios» se viste con ropajes de nazareno y se porta en andas de madera por cuatro niños (actualmente también niñas) vestidos de hábito de penitente en La Carrera y con traje blanco o rosa con alas de angel en la de El Encuentro.
En el 2000 se ha incorporado al resto de pasos una magnífica talla soportada en andas de ocho palos que llevan 24 hombres en tres turnos, vestidos con túnica blanca.
Jueves Santo
Por la tarde, se lleva a cabo el lavado de los pies en la Iglesia de Santiago, acto en el que participan los cofrades y el párroco de la Villa emulando el pasaje bíblico
Viernes Santo
A las doce del mediodía, «La Carrera», la procesión se convierte en un peregrinar de la multitud que acompaña a las imágenes por el largo recorrido a través de las calles del pueblo. Se parte de la Iglesia de Santiago y se dirige a la de San Miguel, en el castillo, para recoger al Cristo del Amparo. Tras diversos rezos y cantos, bajando con paso lento y firme por la escalinata de acceso al castillo, se parte hacia la ermita donde se realiza la segunda parada de la procesión. La tercera y última es la Iglesia de Santiago donde se dejarán las imagenes para la procesión del domingo
A las diez de la noche, la procesión de «El Silencio» en la que se devuelve al Cristo del Amparo a su capilla en la Iglesia de San Miguel donde permanecerá hasta el Viernes Santo del año siguiente.
Es una procesión singular en la que las luces del alumbrado público se apagaban y se iluminaba el recorrido por las velas que portaban los asistentes y por las antorchas que adornaban los balcones. Hasta hace poco tiempo todos los vecinos acompañaban en silencio a la Virgen de la Soledad que ha perdido a su Hijo.
En la actualidad, el recorrido de la procesión es iluminado por más de 3000 velas y la multitud camina hacia el castillo desde donde hasta hace poco emanaban más de 12000 watios de música de requiem. En un espectáculo sobrecogedor y sin igual, quintos y quintas vestidos con trajes regionales y portando antorchas bajan del castillo para encontrarse con la Virgen a la que escoltan y acompañan junto a su Hijo al interior de la Iglesia. Después de los rezos y cantos, la Virgen es acompañada a la Iglesia de Santiago mientras las campanas de su torre tocan a clamor para anunciar la muerte de Cristo.Esta procesión ha sido retransmitida durante dos años consecutivos por TVE1 y comienza a ser muy popular en la península.
Domingo de Resurrección
Los quintos y quintas adornan la puerta de la Iglesia de Santigo con collares de naranjas, gallinas y corderos. Se celebra al mediodía la procesión de «El Encuentro», en la que la Virgen del Rosario con una rosca de bollería casera en su mano derecha encuentra al Cristo resucitado.
Lunes de Pascua
Los quintos y quintas de la localidad recorren las casas y calles de la Villa para ofrecer a propios y extraños de forma altruista la popular sangría y bollería casera, en un acto peculiar que goza de mucha tradición y simpatía.